Anfibios de puerto rico: Hojas de Nuestro Ambiente — Puerto DRNA “Navega por el ambiente”

El 86 % de anfibios del Caribe y coquí puertorriqueño en peligro de extinción

San Juan, 1 jul (EFEUSA). — 

El 86 % de los anfibios del Caribe, entre ellos casi una docena de especies de la rana autóctona puertorriqueña del coquí, se encuentran gravemente amenazados, según advierte un experto.

El herpetólogo (experto en reptiles y anfibios) puertorriqueño Rafael Joglar señaló hoy en entrevista con Efe que según lo que han documentado los estudiosos de estos animales de las catorce especies de coquí que hay en Puerto Rico diez están amenazadas o en peligro de extinción.

Dijo que “hasta hace poco tiempo” en Puerto Rico existían 17 especies de coquí, cifra que se estima se redujo hasta las actuales catorce.

Las tres especies que los expertos creen están a punto de desaparecer son el coquí de la montaña, el coquí caoba y el coquí martillito.

“Nuestra preocupación ahora es con las que quedan. Algunas están en un hilito filo y en un peligro muy grande de extinguirse. No tenemos seguridad absoluta de que estén extintos. Eso es muy difícil de probar”, lamentó Joglar, catedrático de la Universidad de Puerto Rico.

Los expertos creen que ya desaparecieron el coquí de eneida, el coquí dorado y el coquí palmeado.

El coquí de eneida (Eleutherodactylus eneidae) vivía en las tierras altas del interior de Puerto Rico y en 2008 se registró por vez última uno de sus ejemplares.

El coquí dorado (Eleutherodactylus jasperi) vivía en la Sierra de Cayey, mientras que el coquí palmeado (Eleutherodactylus karlschmidti) era la especie de coquí de mayor tamaño, aunque no se ha detectado ningún ejemplar desde 1974.

Joglar indicó que los expertos trabajan en el seguimiento del coquí de la montaña, que como dijo hace décadas podía encontrarse recluido a una área situada entre el municipio de Maricao y Cayey, además de la Sierra de Luquillo, al este de la isla.

“Nuestros datos indican que desaparecieron en la Cordillera Central excepto Carite y Guavate, aunque también hay poblaciones en el Yunque”, señaló.

Detalló que el coquí de la montaña se distingue por ser una de dos especies que dicen “coquí”, aunque, según explicó Joglar, se le reconoce más por reproducir ese sonido de forma rápida.

“Este sonido es único. Además, el color en la parte superior del ojo del coquí de la montaña se distingue porque es blanco”, dijo.

Indicó que el coquí de Mona, endémico en Isla de Mona territorio al oeste de Puerto Rico, está siendo reproducido por expertos en un zoológico en EE.UU.

“Es la única especie de estos anfibios que vive allá en Mona. Esa isla es un lugar fascinante porque casi todas las especies, entre ellas unas quince especies de reptiles, son endémicas”, contó.

Joglar agregó que otras especies que están en peligro son el coquí melodioso, el coquí de Mona y el coquí duende.

Explicó que la preocupación de los expertos se debe a que estas especies “habitan en un estado bastante crítico y delicado” debido a la deforestación de sus hábitats y los fuegos forestales.

La especie de coquí que más abunda es el coquí común, seguido del coquí pitito y el coquí churí, de los que Joglar dijo que son resistentes a sequías y por ello sus comunidades “se han disparado en las ciudades”.

Mencionó que en el área de la montaña alta se pueden encontrar alrededor de 26.000 coquíes, comunidad que, no obstante, podría desaparecer algún día completamente a causa de la deforestación.

Destacó la figura del coquí para los puertorriqueños al decir que el anfibio ha sido seleccionado en cientos de encuestas como el primer símbolo de Puerto Rico y sus residentes.

“Ahí hay un sentido de identidad. Es un aspecto cultural y nacional que tiene que ver con el coquí. Desde poemas o canciones se han escrito dedicados al coquí”, resaltó.

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por Héctor

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Les dejo por aquí un video dirigido por el biólogo Billy Santiago, del grupo de Facebook  Salvemos los coquíes, que muestra el proceso cómo  «nacen» (eclosionan) los coquíes. Excelente!

 

 

Para conocer más sobre el Coquí Común y las demás especies de coquíes de Puerto Rico, recuerda visitar la página de Proyecto Coquí.

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por Héctor

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La siguiente columna fue publicada en El Nuevo Día el 27 de julio de 2013

Por RAFAEL L. JOGLAR

Jeremías es una Rana Toro (Lithobates catesbeianus, también Rana catesbeiana), como ésta, que vivió en el Bosque Urbano de la UPR. Foto por Dave Huth (licencia creative commons).

Durante los últimos 30 años, un grupo de estudiantes, profesores y empleados hemos trabajado arduamente en un sueño común: crear un bosque urbano en el corazón de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Le hemos llamado el Bosque Urbano de la UPR. El objetivo principal de este bosque es conservar y fomentar la biodiversidad en el Recinto, así que, entre otras medidas, será sembrado de especies nativas, endémicas y en peligro de extinción de Puerto Rico. También será un lugar para recreación pasiva y disfrute de la Naturaleza, además de ser un recurso educativo, ya que servirá como un laboratorio vivo.

Para hacer realidad este sueño hemos ofrecido charlas educativas en todas las facultades del Recinto y el Senado Académico. Hemos hecho reuniones con rectores, marchas, campamentos de desobediencia civil, simposios y reflexiones ambientales, entre otras actividades. Se evolucionó de la protesta a la propuesta. En todo momento se fomentó la participación más amplia posible en la toma de decisiones sobre los usos que le daríamos a ese “bosque” e inclusive se llegó a escribir un hermoso libro sobre su biodiversidad.

Hasta hace muy poco tiempo, contra viento y marea, habíamos sido exitosos en mantener vivo ese sueño. Y aunque por más de 30 años soplaron vientos a nuestro favor, recientemente han soplado vientos huracanados cargados de ignorancia y destrucción.

Mientras en Puerto Rico se comienza a hablar de la ética de la tierra, de aumentar del 8% al 35 % del territorio dedicado a la conservación, de mitigar los efectos del cambio climático mediante reforestación y de proteger las cuencas hidrográficas, en la UPR irónicamente hemos dado unos pasos gigantes en la dirección contraria. Con el título de “Construcción de acera principal, bancos y alumbrado del proyecto Parque del Centenario” se decide que el área “necesita” un acceso peatonal de 12 pies de ancho en concreto y con iluminación, a pasar por el centro del bosque. Según un comunicado, en las siguientes fases se “edificarán aceras de conexión con la acera principal y veredas”. En palabras sencillas, en la UPR se ha logrado matar el sueño y el bosque a la vez. Aunque en el proyecto original contemplaba algún acceso peatonal, el mismo era mediante paseos tablados y pasando por áreas en la periferia del bosque, nunca por el centro.

El proyecto actual ha comenzado el desastre ambiental y de biodiversidad más grande en la historia moderna de la UPR, ya que, entre otras cosas, fragmenta irreparablemente el bosque y su biodiversidad. Dicho proyecto se aleja demasiado del concepto establecido para el área en los últimos 30 años. Viola todos los acuerdos no negociables establecidos en el 2005. Justifica lo injustificable: destruir la única área verde en la UPR que no ha sido impactada y que tiene la mayor riqueza de biodiversidad de todo el Recinto. Trasgrede numerosas leyes y reglamentos ambientales. Trae problemas ambientales, ecológicos, de seguridad, de mantenimiento y económicos, entre otros.

Como si todo lo anterior fuera poco, el proyecto seguramente causó la muerte de “Jeremías”, una rana toro (Lithobates catesbeianus) que vivía en el bosque antes de este proyecto. Seguramente está muerta como consecuencia de este desastre. Su muerte, real o simbólica, representa la muerte real de miles de otros habitantes de este bosque (coquíes, ranitas, siguanas, lagartijos, gongolíes, caracoles, plantas, entre otras muchas especies).

Aunque se han cometido numerosos errores en esta área, aún podemos sacarla adelante y lograr nuestra meta: crear un bosque urbano en el corazón de la Universidad de Puerto Rico en Río Piedras. Podemos pasar de la teoría a la práctica en temas de la ética de la tierra y la conservación de biodiversidad. Con la ayuda de personas e instituciones comprometidas con la conservación podemos hacer de éste un proyecto emblemático del cual todos nos sintamos orgullosos. Puerto Rico está observando, no perdamos un minuto.

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por Héctor

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Por Héctor

¿De dónde sale el nombre del Pitirre?

Pitirre. Foto por Alberto López ©.

El Pitirre (Tyrannus dominicensis) es un ave nativa de Puerto Rico que tiene un nombre onomatopéyico. Esto quiere decir que el nombre que le hemos dado (en Puerto Rico y Cuba, donde también está, además del Caribe Insular y partes de Norte y Suramérica) hace alusión al sonido que produce. Se llama así porque así es que canta. El Pitirre hace «PI-TI-RRE» (escúchalo aquí).  De ahí sale su nombre.

El nombre coquí también es onomatopéyico. Es indudable que el coquí que mejor conocemos, el Coquí Común (Eleutherodactylus coqui), hace «CO-QUÍ» cuando canta (escúchalo aquí). Sin embargo, hay que tener en mente que en Puerto Rico existen 17 especies de coquíes y que, de éstas, sólo 2 hacen «CO-QUÍ». Así que esas dos especies son las únicas que tienen nombres onomatopéyicos como tal (la otra es el Coquí de la Montaña, E. portoricensis). Las demás 15 especies de coquíes hacen sonidos distintos, que van desde silbidos hasta series de diferentes notas en patrones variados.

Coquí Común. Foto por Alberto López ©.

Como es de esperarse, para tener un nombre onomatopéyico, el animal tiene que producir algún sonido. Todos los coquíes podrían tener nombres de este tipo, porque los machos de todas las especies cantan en las noches. Lo mismo ocurre con las aves, ya que también vocalizan. Los lagartijos y otros animales que no «cantan» no pueden tener nombres onomatopéyicos, pues no hay sonido que imitar con palabras.

Otro coquí que también tiene un nombre onomatopéyico es el Coquí Churí (Eleutherodactylus antillensis). Esta especie, que es común en toda la isla, incluyendo urbanizaciones, jardines y áreas urbanas, hace un sonido similar a «CHU-RÍ», como su nombre (escúchalo aquí). También produce una serie de notas similar a un «QUÍ-QUÍ-QUÍ-QUÍ».

Coquí Churí. Foto por Alberto López ©.

El Querequequé es otra especie que tiene un nombre que hace alusión a su canto. Si durante las tardes nos sentamos a escuchar el cielo en Puerto Rico seguramente escucharemos su inconfundible «QUE-RE-QUE-QUÉ» (escúchalo aquí). Eso sí, sólo vamos a poder escucharlo en el verano, pues es en esta época que nos visita para reproducirse.  El resto del año vive en América del Sur.

Querequequé empoyando sus huevos. Foto por Javier Hernández (©), obtenida de Avespr. org.

Otras dos especies de aves con nombres onomatopéyicos, ambas endémicas, son el Bienteveo (Vireo latimeri) y el Juí (Myiarchus antillarum). Así, una de las variaciones del canto del Bienteveo es «BIEN-TE-VEO» (escúchalo aquí), mientras que el canto principal del Juí es, precisamente, un «JUIIIÍ» alargado (escúchalo aquí).

Bienteveo. Foto por Alberto López ©.

Juí de Puerto Rico. Foto por Alberto López ©.

El fenómeno de la onomatopeya en el nombramiento de nuestra flora sin duda refleja la gran creatividad de nuestra gente. También demuestra su capacidad de observar y escuchar el mundo que nos rodea, un recuerdo más de que hay mucho que ver y oír a nuestro alrededor.

¿Conoces alguna otra especie con un nombre onomatopéyico? ¡Compártela con nosotros!

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por Héctor

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Coquí Llanero (Eleutherodactylus juanriveroi). Foto: Alberto López ©

El siguiente artículo fue publicado en El Nuevo Día el 4 de octubre de 2012 bajo el título: «Federales protegen coquí a punto de desaparecer».

Por ELNUEVODIA.COM

El Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre (USFWS, por sus siglas en inglés) anunció ayer que el  coquí llanero, común en la zona de Toa Baja, recibirá la protección que otorga la Ley Federal de Especies en Peligro de Extinción (ESA por sus siglas en inglés), decisión que entrará en vigor el 5 de noviembre próximo.

“El coquí llanero podría extinguirse en un futuro cercano”, comenzó por alertar la agencia mediante comunicado de prensa.

“Los biólogos del USFWS contaron con el insumo del público y la comunidad científica para identificar 615 acres en Toa Baja, Puerto Rico, dentro de un humedal que contiene vegetación esencial para la conservación de la especie. Del total de acres identificados, 15.8% son terrenos manejados por el gobierno de Puerto Rico y 84.2% son manejados por el gobierno federal”, se informó.

Según los datos detallados por la agencia federal, el coquí llanero es una especie de rana que habita en un humedal en Toa Baja, Puerto Rico, y es el más pequeño de los 17 coquíes de Puerto Rico. “Contrario a la mayoría de los anfibios, pasa toda su vida en las plantas del humedal, específicamente entre los helechos, ciperáceas, sagitaria, bejucos y gramíneas, que son esenciales para su supervivencia”, agregó el parte de prensa.

El USFWS designó al coquí llanero candidato a protección bajo el ESA en el 2009 “debido a la posible destrucción, modificación y reducción de su hábitat, en el pasado, presente o futuro”. La destrucción y modificación de su hábitat, depredación, falta de mecanismos regulatorios adecuados, una baja capacidad reproductiva y requisitos ecológicos altamente especializados, continúan amenazando la especie, advirtió el Servicio federal de Pesca y Vida Silvestre.

Aunque la agencia todavía evalúa si será necesario extender la zona esencial para la conservación de la especie o “hábitat crítico”, para incluir áreas recomendadas por ciudadanos que participaron en las vistas públicas previas a la designación, recalcó que dueños o manejadores de terrenos públicos y privados deben cumplir con las provisiones del ESA para proteger las especies amenazadas y en peligro de extinción en sus terrenos.

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por Héctor

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El siguiente escrito fue publicado por Microjuris

Un grupo de científicos, ex funcionarios del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA), expresan su sentir sobre la reciente opinión del Tribunal Supremo.

En un pleito legal sin precedentes, el Tribunal Supremo de Puerto Rico resolvió el pasado 30 de mayo de 2012 invalidar las designaciones hechas por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) en el 2007 y que listaba al Coquí Llanero como Especie en Peligro Crítico de Extinción y designaba como Hábitat Natural Crítico Esencial el lugar donde este habita en el municipio de Toa Baja, Puerto Rico. La decisión contó con seis votos a favor de revocar la designación y protección del Coquí Llanero y su hábitat, con la abstención de los jueces Hon. Federico Hernández Denton y Hon. Anabelle Rodríguez Rodríguez y el voto disidente de la jueza Hon. Liana Fiol Matta.

El Coquí Llanero, Eleutherodactylus juanariveroi, fue descubierto en el año 2004 en un humedal ubicado en el municipio de Toa Baja, único lugar donde se conoce la existencia de la especie. En aquel entonces, el DRNA y su cuerpo de asesores científicos y legales realizaron todas las gestiones pertinentes para listar y proteger el hábitat de la especie. Dicho esfuerzo culminó con la designación del coquí como especie en peligro crítico de extinción y de su hábitat crítico esencial.

Posteriormente, la determinación del DRNA fue impugnada por el Municipio de Toa Baja y la compañía Forest City Group, Inc. y su subsidiaria en Puerto Rico, Sabana Seca Land Management, LLC, contratistas del US NAVY a cargo de disponer de los terrenos de la antigua base naval en Sabana Seca, Toa Baja. Los recursos legales impuestos para evitar la designación del Coquí Llanero como especie en peligro de extinción y la protección de su hábitat tienen su base en el empeño de los demandantes de desarrollar proyectos de construcción y la expansión del vertedero municipal en parte del hábitat crítico esencial de tan amenazada especie.

El anuncio sobre la determinación del Tribunal Supremo de Puerto Rico se divulgó al público el pasado 11 de junio por el periódico El Nuevo Día en su versión electrónica, con el título “Tribunal Supremo confirma decisión sobre el Coquí Llanero” y el subtítulo “El DRNA designó al Coquí Llanero como especie en peligro crítico de extinción y su hábitat como uno natural crítico”. La edición de esta noticia, sin embargo, fue muy confusa y dio la impresión de que en realidad el Tribunal Supremo validó las designaciones hechas por el DRNA en beneficio de la conservación del Coquí Llanero cuando en efecto, con su decisión, el Tribunal Supremo de Puerto Rico da una estocada a los intentos de salvar la especie de extinguirse.

Como medida de salvación, el Servicio Federal de Pesca y Vida Silvestre de los Estados Unidos de América (USFWS en inglés), anunció que está trabajando en la fase final del documento para la designación de la especie en peligro de extinción y la designación de su hábitat. Este aviso del USFWS parece haber complacido a los legisladores y al propio DRNA. Cabe mencionar que la protección que puede extender el gobierno federal a la especie y su hábitat es una muy limitada, pues aplica principalmente a proyectos federales o sufragados en todo o parte por fondos federales. El “Endangered Species Act” de 1973, provee para que cada agencia federal, en consulta con el Secretariado del Interior, asegure que toda medida autorizada, financiada o llevada a cabo por estas agencias no afecten la supervivencia de las especies amenazadas o en peligro de extinción o puedan resultar en la destrucción o modificación adversa del hábitat de esas especies. De otra manera, si no hay fondos federales involucrados o se trata de un proyecto federal, la jurisdicción del USFWS se limita a la existencia de lo que la ley denomina como un “taking”. Es decir, el gobierno federal no puede impedir un desarrollo en el hábitat designado si no hay evidencia fehaciente y directa de que se afectó la especie. Es por ello que el Congreso de los Estados Unidos de América delegó poderes a los estados, incluyendo sus territorios, para que pudieran ser más restrictivos en la protección de la vida silvestre.

Vale mencionar que el USFWS se dispone a designar como Hábitat Crítico apenas un 15% del área originalmente designada para conservación por el DRNA. Le corresponde a cada estado, en este caso Puerto Rico, a través de sus leyes y reglamentos listar las especies consideradas vulnerables o en peligro de extinción y la protección de su hábitat. Sin esta protección estatal, la supervivencia del Coquí Llanero, está en peligro.

Como conocedores de primera mano del proceso orientado a la protección y conservación del Coquí Llanero y de su hábitat, estamos en la obligación moral de aclarar a la ciudadanía algunos pormenores sobre este caso. De manera sucinta, la opinión del alto foro judicial en contra de la designación del Coquí Llanero y su hábitat se basó en que tal designación se considera una enmienda al reglamento que rige las especies vulnerables y en peligro de extinción, y como tal, el DRNA falló al no presentar el documento de designación en el Departamento de Estado.

El requerimiento procesal de acudir al Departamento de Estado para presentar la “alegada” enmienda fue discutido a cabalidad por el personal legal y técnico del DRNA. En aquel entonces se consultó con el Departamento de Estado al respecto y la respuesta fue que la designación no constituía una enmienda al reglamento, por lo que no procedía su presentación. Despierta pues nuestra suspicacia que el DRNA no haya utilizado este hecho al argumentar el caso ante el Tribunal Supremo.

Aun cuando no estamos de acuerdo con la opinión del Tribunal Supremo emitida el 30 de mayo de 2012, y sí con la opinión disidente (puesto que se trata de implementar un reglamento y no de enmendarlo), todo lo que tiene que hacer el DRNA, si quiere proteger la especie y su hábitat, es acudir al Departamento de Estado y presentar la “alegada” enmienda. Sin embargo, el DRNA no lo ha hecho, claudicando su responsabilidad y delegando un vez más, sus poderes a una determinación del USFWS, que a todas luces no posee las garras para alcanzar una verdadera protección.

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