Puerto rico himno letra: Himno nacional de puerto rico

De los himnos de Puerto Rico y otras memorias

Tiempo de lectura: 6 minutos

Genoveva de Arteaga, hija de Julio Carlos de Arteaga. Foto Archivo Centro de Estudios Puertorriqueños Hunter College, NYC.

“Es muy curioso que un país considerado la colonia más antigua del mundo, tenga en su historia una cantidad considerada de himnos. Conozco alrededor de seis con letra y música de importantes hombres y mujeres que se han destacado por sus grandes hazañas en favor de nuestra cultura”.

Néstor Murray-Irizarry, historiador

www.casapaolipr.com

La gran pianista puertorriqueña Genoveva de Arteaga de Dalmau, hija del excelente maestro de piano y compositor Julio Carlos de Arteaga, escuchó de labios de su madre, en 1902, cuando vivía en Nueva York, el siguiente relato: ‘’En esa época residían muy pocos boricuas en la Ciudad de los Rascacielos. En una ocasión mientras caminaba por las calles de la ciudad, creyó escuchar la danza puertorriqueña La Borinqueña. Emocionada subió las escaleras del edificio y tocó la puerta del apartamento. Abrieron la puerta y ella les dijo que los inquilinos de ese lugar tenían que ser puertorriqueños, porque estaban cantando La Borinqueña. Los inquilinos le contestaron ‘no, lo que estamos cantando es una vieja canción tradicional de nuestro país que se llama La bellísima peruana o La peruanita, que nuestra abuela nos enseñó a cantar, como una melodía muy popular en su juventud’”.

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Teniendo a la vista esta experiencia de su madre, cuando Genoveva viajó a Lima, indaga sobre este asunto; uno de los amigos músicos de su esposo Dalmau, le recomendó que visitara a la anciana profesora de piano, Mercedes Ayarza de Morales. Al llegar a esa residencia la recibió una distinguida matrona que le contó que esa canción, La bellísima peruana, la cantaba en su juventud su hermano, el Mayor del Ejército Alejandro Ayarza, conocido por su hermosa voz y su inseparable guitarra. Además, le indicó que su repertorio estaba compuesto de 90 canciones folclóricas peruanas, entre ellas, La Bellísima peruana, que ocupaba un lugar de preferencia porque era muy popular en 1888.

 

Félix Astol-Arté

 

Mercedes le regaló a nuestra pianista, una copia de su letra. Genoveva también tomó nota de siete músicos de orquesta, que aseguraron que habían acompañado a un tenor español que trabajaba con una compañía lírica, que la incluía en su repertorio. Además, descubrió que en Chile se cantaba una canción tradicional conocida como La bellísima chilena, y que, en el Ecuador, por la métrica la habían cambiado a La bellísima trigueña. Considero que Genoveva, entendió el por qué su padre escribió una marcha-himno que superara la tristeza de una composición que, al decir de mi abuela Inés, es como el chayote, que no sabe a nada.

 

Julio Carlos de Arteaga y Matheu, padre de Genoveva de Arteaga de Dalmau.

 

Es muy curioso que un país considerado la colonia más antigua del mundo, tenga en su historia una cantidad considerada de himnos. Conozco alrededor de seis con letra y música de importantes hombres y mujeres que se han destacado por sus grandes hazañas en favor de nuestra cultura. Además de La Borinquen, conocida como La Borinqueña, con música del actor español Félix Astol-Arté y letra del español Manuel Fernández Juncos; al que posteriormente nuestra querida Lola Rodríguez de Tió le escribió una letra revolucionaria y a la que Nimia Vicéns, poeta olvidada oriunda de Ciales, que, con motivo del centenario del Grito de Lares en 1968, también le escribió otra letra muy significativa.

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El gran cineasta Pedro Ángel Rivera Muñoz y Susan Zeig, en su valiosa película Manos a la Obra: The history of the operation Bootstrap (1997) presentó a una extraordinaria mujer, perteneciente a la clase trabajadora, cantando la letra, de lo que Pedro considera una versión obrera-revolucionaria de la danza-himno La Borinqueña.

Otros músicos y literatos también aportaron himnos para Puerto Rico. No todos tuvieron la aceptación como danza-himno La Borinqueña; sin embargo, es muy justo reconocer el gran esfuerzo que otros artistas intentaron contribuir a concienciar de la necesidad que tenemos de que nos represente otro himno más digno. Es posible que otros piensen que las colonias tienen el himno que se merecen.

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Entre los himnos que he estudiado con mayor detenimiento se destacan:

El himno del patriota del historiador: Salvador Brau en 1904.

Himno a Borinquen, el himno de mi patria, letra del literato Gonzalo O’Neill y música del maestro Santoni en 1911 (Ambos autores residieron en Nueva York, y fue allí donde compusieron ese himno. Es muy curioso saber que en 1911 en un concierto militar que ofreció la Banda del Regimiento de Puerto Rico, en la Plaza Baldorioty en San Juan, se interpretó en penúltimo lugar el himno de Santoni-O’Neill y se finalizó con el himno de Estados Unidos Star Spangled Banner).

República de Puerto Rico, letra y música de Carlos V. Venegas.

Himno de Puerto Rico: letra de J.A. Negrón Sanjurjo y música de Jaime Pericas Díaz (c.1921)

Himno Antillano: letra del político y defensor del idioma castellano, Lcdo. José de Diego y Martínez y música del maestro Salcedo.

Himno Libertad: letra de Félix Matos Bernier y música de Julio Carlos de Arteaga (1895). Aquí me detengo, porque considero que esta marcha-himno, fue el intento más interesante e importante, por su historia vinculada al Partido Revolucionario Cubano, Sección de Puerto Rico.

 

Dr. Julio H. Henna

 

Sobre esta composición narró Genoveva de Arteaga, que el educador y amigo de su padre, Alfredo Aguayo le dijo en 1896: “Estaba en Nueva York. Antes de partir, visitó a su amigo, el Dr. Julio H. Henna, presidente de la Sección Puerto Rico Partido Revolucionario Cubano en Nueva York (conocida Junta Revolucionaria Puertorriqueña-Borinquen en Nueva York).

Le encomendaron reunirse en Ponce con una serie de líderes que le ayudarían a organizar el Club Revolucionario de Ponce: el empresario, Américo Marín. Además del escritor, Félix Matos Bernier y el musicólogo, Julio Carlos de Arteaga. En una de las reuniones regulares del Comité, Marín le preguntó a Aguayo: “¿Por qué Puerto Rico no es libre?” y este le contestó, con una frase muy simple, pero curiosa: “Porque el Himno Nacional es una danza”. Tras horas de discusión y análisis, se le encomendó a Arteaga, componer la música y a Matos Bernier que escribiera la letra de un nuevo himno revolucionario.

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La Borinqueña

   

Versión Oficial

La Tierra de Borinquen

donde he nacido yo,

es un jardín florido

de mágico primor.

Un cielo siempre nítido

que sirve de dosel

y dan arrullos plácidos

las olas a sus pies.

Cuando a sus playas/

llegó Colón;

exclamó, lleno de/

admiración;

¡Oh! ¡Oh! ¡Oh!/

Esta es la linda

tierra que busco yo.

Es Borinquén la hija,

la hija del mar y el sol,

del mar y el sol,

del mar y el sol,

del mar y el sol,

del mar y el sol.

 

Versión Revolucionaria

Despierta Borinqueño,

que han dado la señal

despierta de ese sueño,

que es hora de luchar.

¡Ante el deber patriótico,

que arde en tu corazón.

ven nos será simpático,

el ruido del cañón!

¡Nosotros queremos/

la libertad

nuestros machetes/

nos la darán!

¡Vámonos borinqueños,/

vámonos ya

ven nos espera ansiosa,

ansiosa la libertad!

¡La libertad,

la libertad,

la libertad…

la libertad!

 

Historia del Himno de Puerto Rico

“La Borinqueña”
nació de una danza escrita por el catalán Félix
Astol Artés en el año 1867. Muchos afirman que fue el
sangermeño Francisco Ramírez Ortiz quien escribió
la melodía, pero no hay documento oficial que lo señale
a él como el autor de la misma.

Un año después, la poetisa Lola Rodríguez de Tió
escribió una letra revolucionaria que se relacionaba con la época
política que vivía la Isla. Con el cambio de soberanía
en el 1898, Manuel Fernández Juncos escribe la letra que hoy
conocemos. En el 1922, Luis R. Miranda, Director de la Banda del Regimiento
de la 65 de Infantería, adaptó la danza para ser usada
como marcha oficial del Regimiento.

Cuando en el 1952
se fue a proclamar la Constitución de Puerto Rico, se convocó
a un certamen para escoger la letra y la música del himno. Dicho
certamen fue declarado desierto por inadecuado y el arreglo de Miranda
junto con la letra de Fernández Juncos se convirtieron oficialmente
en el himno de Puerto Rico el 24 de julio de 1952.

El himno, literal
y musicalmente, constituye una expresión emotiva y solemne de
los sentimientos que surgen del concepto patria.

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